Los conflictos son inherentes al ser humano, a la vida en sociedad. Tienen siempre mala prensa, es decir, solemos pensar en ellos como algo negativo, que trae problemas, que es mejor no tener,… Pero lo positivo o negativo no es en sí el conflicto, sino la manera que tenemos de gestionarlo. Es imposible pretender vivir con los que nos rodean sin que entren en conflicto los intereses de unos y de otros. Por tanto, lo realmente interesante es aprender a convivir sin tener que pisarnos, enriqueciéndonos unos a otros, no renunciando a lo que quiero, pero tampoco pretendiendo que el de enfrente tenga que renunciar a lo que él quiere. Esto es fácil de decir, pero todo un arte el practicarlo. Por ello, ahí van unos cuantos consejos para manejar de manera asertiva nuestros conflictos, y lograr una convivencia pacífica con los que me rodean:
1.- Tomarme de forma menos personal las opiniones que los demás vierten sobre mí: cuando escuchamos que alguien dice algo sobre nosotros, solemos pensar que hay mala intención, que le caemos mal, que quiere hacernos daño,… Eso no siempre es así. Es más, la mayoría de las veces no es así. Cuando oigas algo de ti que no te gusta, primero piensa en qué puede tener razón, y luego, pregunta el porqué de esa opinión. Y rebate, desde una autoestima sana, de manera tranquila y sosegada, si no piensas igual.
2.- Preguntar los mensajes que llegan de terceros, cuestionándolos siempre, aunque me parezcan apenas incuestionables: solemos hacer caso sin dudar de comentarios que nos llegan por terceras personas. Los primeros comentarios, no nos hacen gracia, pero los siguientes, y los siguientes, consiguen enfadarnos hasta sacar lo peor de nosotros mismos. ¿Y si ha sido todo un mal entendido? No des nada por hecho. Pregunta, pregunta, y siempre, pregunta.
3.- Ignorar comentarios: a veces no es necesario contestar o tener en cuenta todo lo que nos dicen (o escuchamos que dicen de nosotros). Dejarnos afectar, nos produce un malestar innecesario, que desaparece cuando restamos importancia a comentarios que sabemos que no son ciertos, o que están hechos desde el enfado. Relativiza lo que escuchas de ti, y muéstrate indiferente ante aquellos comentarios que crees que no merecen la pena ser rebatidos.
4.-Trabajar la eliminación de prejuicios a la hora de relacionarme con los demás: Todos tenemos prejuicios, es decir, nos relacionamos con los demás desde la información sesgada, no completa, que tenemos de ellos. Esto nos lleva, en ocasiones, a distorsionar los mensajes que nos dan los demás, y a malas interpretaciones. Sé consciente de tus propios prejuicios, tendrás más cuidado a la hora de interpretar lo que el otro te dice o hace. Prueba a ver si algo que te sienta mal de alguien, si lo hiciera otra persona a la que tienes gran cariño, si te sentaría tan mal.
5.- Responder asertivamente: según sea nuestra personalidad, más tranquilo o más violento, cuando los demás tienen un comportamiento inadecuado con nosotros, respondemos de dos maneras: dejándolo pasar, evitando la confrontación, o respondiendo también de manera inadecuada, contestando de malas formas, insultando, e incluso agrediendo y utilizando la fuerza. De una y otra forma, no solucionamos el conflicto. Enfrenta lo que te ha desagradado, pero pidiendo explicaciones, haciendo ver al otro lo que te ha generado, explicándole por qué te parece mal su actitud.
6.- En la respuesta, si el malestar es elevado (el tuyo o el de la otra/s persona/s), suele ser necesario tomarse un tiempo, pues cuando respondemos rápidamente, casi siempre lo hacemos de manera inadecuada. Tómate, pues, tu tiempo. Cuenta hasta diez, o hasta cien,…o deja la situación en suspenso, y retómala al día siguiente, o en otro momento más adecuado.
7.- Responder siempre de manera responsable, pensando en las consecuencias de tus actos. A veces, los colegas, los conocidos, nos afectan a la hora de actuar, y nos importa lo que piensen de nosotros. Pues más vale que no tengas en cuenta sus opiniones, si después ellos no van a compartir contigo las consecuencias de tu respuesta inadecuada.
8.- Adentrarse en los comportamientos de los demás, sin quedarse en la superficie: navega continuamente en el porqué de las actuaciones de los otros, de sus quejas, de sus opiniones, de sus discrepancias contigo,…Y practica algo muy sano que se llama EMPATÍA, es decir, atrévete a ponerte en el lugar de los demás, intentando descubrir lo que sienten. Muchos conflictos se disiparían con sólo llevarlos a este nivel.
9.- Evitar dejarse llevar por la solución más tradicional, aparentemente más fácil, la denuncia: en momentos de gran acaloramiento, pensamos que el juzgado puede infringir un daño a quien sentimos que nos lo ha hecho a nosotros, o que pone a las personas en su lugar, dejándoles claro cómo no deben actuar. Una vez interpuesta una denuncia, perdemos o reducimos la posibilidad de decidir sobre nuestro conflicto. Esta solución puede ser válida y útil en muchos casos, pero no en todos. Agota otras posibilidades, ya que puedes encontrarte con demasiadas molestias derivadas del proceso judicial, y una solución que satisfaga poco o nada tus necesidades.
10.- Buscar terceros imparciales para conflictos que no consigues solucionar: no es extraño que algunos de nuestros conflictos sean complicados, y que aun poniendo todo lo que estaba a nuestro alcance, se nos resista encontrar una solución. Busca a una persona imparcial, que consideres que tiene capacidad para ayudaros, y ofrécele a aquel con quien tienes el conflicto, la ayuda de este tercero. En caso que el conflicto sea de gran dificultad o que el tercero imparcial elegido no fuera profesional, y no diera los resultados deseados, contacta con un mediador.
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